La depresión no se trata solo de sentir tristeza, es una enfermedad que ennegrece la vida de quien la padece.
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ToggleImagínate esa tristeza, perenne, todos los días persiguiéndote a donde vayas sin permitirte disfrutar de nada, y a la vez siendo tan pesada y oscura que no te permite siquiera físicamente accionar, tomar decisiones, o incluso ejecutar muchas cosas rutinarias.
Esto que te estoy contando afecta, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), a cerca de 280 millones de personas globalmente. Por lo que sí, es una cifra enorme y sin embargo no se le ha dado la importancia que merece, bien sea porque en muchos países aún se le considera un tabú ir al psicólogo, o porque es “para locos”. Y por otro lado, las personas tienden solo a pensar que esta depresión es el estado normal de las cosas, y se cuentan a sí mismas unos discursos como: el trabajo es sinónimo de infelicidad, vivir solo para pagar cuentas, el amor hay que sufrirlo, entre otros pensamientos negativos sobre la vida, desde lo más cotidiano, a los eventos más relevantes.
Cuáles son algunos síntomas evidentes.
Hagamos una pequeña lista de algunos síntomas que pueden estar indicando que esa persona tiene depresión, sin embargo, recordemos que es un indicativo, no una afirmación. Esta resolución sólo puede ser otorgada por un psicólogo o psiquiatra profesional.
- Pérdida importante del interés o capacidad de disfrutar de actividades que antes se disfrutaban.
- Frente a acontecimientos que antes provocaban alguna respuesta ahora hay ausencia de emociones.
- Problemas con los ciclos del sueño, por ejemplo: despertarse por la mañana 2 o más horas antes de la hora habitual.
- Pérdida marcada del apetito o aumento injustificado del apetito.
- Pérdida de peso de al menos 5% en el último mes.
- Falta de vitalidad o sentir fatiga constante.
- Pérdida de confianza y estimación de sí mismo y sentimientos de inferioridad.
- Reproches hacia sí mismo desproporcionados y sentimientos de culpa excesivos.
- Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio o cualquier conducta suicida.
- Disminución de la capacidad de concentrarse y de pensar, acompañadas de dificultad constante en la toma de decisión.
- Cambios de actividad psicomotriz con agitación o inhibición. Sentirse que el cuerpo se mueve “lento”.
En cuanto al tratamiento, recordemos que la depresión es una enfermedad psiquiátrica que se puede presentar de diversas maneras. Lo mejor para esta condición es entender las adversidades que trae consigo, ser pacientes con uno mismo y aceptar ayuda.
Para que el tratamiento en pacientes depresivos sea efectivo se requieren diferentes planteamientos de psicoterapias; como la terapia de comportamiento cognitivo, las terapias de psicología profunda y la conversacional, que pueden seleccionarse y/o combinarse según las necesidades de los pacientes en individual.
Generalmente, la depresión no es un trastorno que puedas tratar por ti mismo. Se requiere de un equipo médico, medicamentos controlados, medicina alterna y cuidados personales, empezando desde lo más básico como:
- Informarte. Aprender sobre la afección que padeces te brinda las herramientas necesarias para entender lo que te está pasando.
- Cumple con el tratamiento. No dejes de lado tus consultas o sesiones de ayuda. Ten paciencia, sabemos que para muchos la terapia representa otra resistencia por miedo a enfrentar esos temores, a sentirse vulnerable.
- Evita el alcohol y las drogas recreativas. Consumir alcohol y drogas pueden suponer un alivio instantáneo. Pero, a la larga son estos los que empeoran los síntomas de la depresión.
- Presta atención a las señales de alerta. Trabaja junto con tu médico o terapeuta para identificar lo que desencadena tus síntomas.
- Cuídate. Come de manera saludable, duerme lo suficiente y realiza ejercicio.
Si crees sufrir de un trastorno depresivo, debes ser diagnosticado por un profesional el cual te ayudará, ya que las personas que la padecen necesitan tratamiento debido a que la depresión no es una condición en la cual la persona pueda “liberarse” por su propia voluntad.
Así que sí, en muchos casos es cuestión de tomar valentía. Y en otros, de confiar en el proceso, ya que los resultados no se ven en la primera sesión, pero ciertamente sí cambiarán tu vida.
Y recuerda siempre, no te cohíbas de pedir ayuda.